Solemos asociar la infancia con la felicidad absoluta por la ausencia de problemas y preocupaciones. Sin embargo, los niños también sufren y tienen problemas, solo que los manifiestan de manera diferente a nosotros.
Los problemas emocionales en los niños se manifiestan en forma de síntomas fisiológicos (dolores de tripa, de cabeza, enferman con frecuencia…) y de comportamientos determinados (irritabilidad, mutismo selectivo, trastornos del sueño, pataletas, llanto excesivo, retraimiento, agresividad…). Detectarlos y tratarlos a tiempo es fundamental para que no desemboquen en un problema más grave.
En ocasiones, se trata simplemente de problemas de conducta que no suponen una patología, pero que generan gran malestar en el día a día, dificultando el desarrollo normal de las actividades cotidianas (problemas con la comida, a la hora del baño, llantos y pataletas si no consiguen lo que quieren, desobediencia…).
En cualquier caso, la terapia psicológica brinda la ayuda que, tanto los padres como los hijos, necesitan.